Olor a limpio, en su última expresión. El frescor de darte un baño a primera hora de la mañana, sin haber desayunado todavía, cuando apenas ha empezado a despertar la vida a tu alrededor. Una sobredosis de almizcle, suave, aterciopelado y delicado, para ese primer rayo de sol lleno de luz blanca que hace que merezca la pena madrugar incluso estando de vacaciones.